
En la ludopatía, el deseo de jugar es equivalente a la necesidad de consumo de sustancias psicoactivas en los adictos, siendo muchas veces más irresistible que la cocaína o el alcohol.
El atractivo económico en la fase preliminar del trastorno, la excitación que provoca, conduciría al ludópata a reiterar en el juego pese a los problemas que conlleva. Llega un momento en que toda situación que recuerde al mismo, desde los propios pensamientos, pasar por los centros de juego o escuchar el sonido del tragamonedas, estimula la conducta adictiva, el deseo de jugar, produciéndose un intenso disconfort si no se lleva a cabo.
La fantasía de control del juego se vuelve pensamiento mágico, donde se vive la ilusión de poder de alguna forma manejar el desenlace del mismo. Se comienza a creer en “cábalas”, que son supersticiones con las cuales se intenta mejorar la suerte y que la mayoría de personas han usado en algún momento (cruzar los dedos, levantarse con el pié derecho, tocar madera, etc.) pero que en el jugador compulsivo se vuelve un componente importante de la adicción.
El jugador compulsivo cuando gana, fortalece la idea de que es posible continuar haciéndolo, pero cuando pierde, concluye que a veces se gana y a veces no, y que la “mala racha” va a desaparecer. Se manejan por intuiciones, falacias, objetos de la suerte, cálculo de frecuencias que no tienen ningún fundamento matemático. Llega el momento en que la persona se encuentra enceguecida, perdiendo el pensamiento racional en cuanto a la evaluación de los resultados del juego, sobrevalorando las ganancias e infravalorando las pérdidas, justificándolas e incluso olvidándolas. Muchos se quedan enganchados en las ganancias iniciales que fueron las causantes del desarrollo de la adicción.
Las preferencias son diversas, ya sea el bingo, los tragamonedas, apuestas, lotería, etc. que llegan a convertirse en parte rutinaria de sus vidas, y que comienzan a condicionar la conducta y a incidir en otros aspectos de sus vidas y de cierta forma a tener un control sobre el sujeto. Igual a como sucede en otras adicciones la implicación de tiempo cada vez es mayor, ya sean horas invertidas en el juego mismo o en conseguir dinero para costearlo, con gran afectación en lo familiar, económico y socio laboral, ya sea por las pérdidas , deudas, descuido o abandono del trabajo que llevan a la persona a una situación insostenible que necesita intervención .