
Cuando hablamos de fobias no nos referimos a miedos lógicos o evidentes, sino, hablamos de aquellos que pueden causarnos un temor exagerado que incluso para la persona que lo siente es exagerado e ilógico.
La fobia al atragantamiento o fagofobia se define como miedo a ingerir alimentos sólidos, bebidas , pastillas, por miedo a ahorgarse o atragantarse, sin una causa médica que lo explique. Surge en niños, o comienza en la adolescencia quienes dejan de comer por miedo a vomitar y a sentir dolor, generalmente con un antecedente de empacho o enfermedad gastrointestinal. En adultos se han visto casos que se presentan posterior a una situación traumática, como por ejemplo tras un atragantamiento con la comida, faringitis, secundaria a un factor estresante vital, o a haber presenciado o tenido noticia de un atragantamiento en otra persona , asimismo en quienes reciben tratamiento de quimioterapia si las sesiones se han aplicado en horas próximas a las de la comida.
Esta fobia si es grave puede provocar pérdida de peso y desnutrición. Algunos de los fóbicos sólo quieren tomar líquidos o comida fácil de tragar masticando excesivamente. Esta patología suele desaparecer pero pueden quedar rezagos de conducta como evitar alimentos con una textura que el paciente considera extraña, por lo que se disminuye la gama de alimentos que se consumen con el riesgo que esto conlleva. Es posible que quienes padecen fagofobia tengan un desorden psicológico subyacente.
El tratamiento precoz es fundamental. Las opciones de tratamiento se encaminan a modificar el comportamiento de la persona, con un plan conductual dirigido por un psicólogo. Establecer en la mente del paciente que no existe un peligro real y comenzar con una desensibilización sistemática, por ejemplo iniciar por líquidos hasta llegar a un puré, añadir después a los purés algún pedazo de carne en trozos pequeños y luego comidas sólidas. A la par, ejercicios progresivos para coordinar la respiración y los movimientos de masticación, y un curso de educación nutricional.